España es el destino favorito por los jugadores de golf europeos, un deporte con 1,2 millones anuales de viajeros de otros países, que genera casi 13.000 millones de euros anuales y más de 120.000 empleos de forma directa e indirecta.
Este segmento registra un mayor gasto promedio que la media (324 euros diarios en 2018 frente a 154 del sector en ese año) y estancias más largas (11,9 días, por encima de los 7,4 del turismo en su conjunto). Es también un turismo mucho más desestacionalizado y potenciador de destinos más allá de los vacaciones tradicionales.
Según un estudio de IE University elaborado por Juan Santaló para la Asociación Española de Campos de Golf, los turistas extranjeros que practican este deporte tienen más de 280.000 viviendas en España, con una inversión estimada de 42.000 millones de euros.
De los 4,2 millones de jugadores registrados en Europa, más de una cuarta parte vienen a España a practicar su deporte, con lo que casi un 97 % de los extranjeros proceden de este continente. España es, además, líder en la organización de torneos profesionales internacionales de Europa continental.
Los golfistas más aficionados a España son los británicos, suecos, alemanes e irlandeses -estos últimos son los de mayor gasto medio diario- y las comunidades más beneficiadas son Andalucía, Madrid y Cataluña.
El presidente de la Asociación de Campos de Golf, Luis Nigorra, ha explicado a EFE que 2018 y 2019 fueron los mejores años del sector.
En el 2020 experimentó una fortísima caída de los visitantes extranjeros y comenzó a recuperarse en 2021, sobre todo en el segundo semestre, igual que ocurrió con el conjunto del turismo internacional en todo el país.
En 2022, aunque todavía sin datos completos, se recuperaron los volúmenes de jugadores foráneos previos a la pandemia y en lo que va de 2023 la tendencia continúa, lo que ha permitido mejorar las cifras de facturación, añade.
Este segmento turístico tiene un impacto directo en la economía de alrededor de 5.418 millones de euros anuales (777 millones de facturación de los campos de golf y 4.640 millones del gasto adicional de los turistas que practican este deporte).
La cifra sube a 12.769 millones si se computan los efectos indirectos e inducidos (1.585 millones de los campos y otros 11.183 millones del gasto de los deportistas).
Los picos de mayor actividad se centran en marzo-abril y en octubre-noviembre, fuera de la temporada alta de julio-agosto, que contribuye a desestacionalizar el perfil del turismo. Las temporadas se podrían extender todavía más con un aumento de la conectividad en el transporte, señala Nigorra.
El nivel de renta de estos jugadores es sensiblemente superior a la media: el visitante de renta alta y media-alta representa el 63 % del turismo de golf, casi el doble que en el global de los visitantes internacionales.
MILLONES DE INVERSIÓN EN SEGUNDAS RESIDENCIAS
Al tiempo, el turismo de golf supone una inversión adicional en vivienda. El valor de la inversión inmobiliaria en este ámbito asciende a 41.937 millones de euros, con 283.195 viviendas en propiedad.
En Andalucía tienen casa propia 102.439 golfistas extranjeros, con un valor medio del inmueble de 147.242 euros; en Valencia cuentan con vivienda propia 101.179 jugadores, con un valor medio de 134.087 euros, y Murcia ocupa la tercera posición, con 29.051 casas y un valor de 102.283 euros.
Con todo, la media más alta por inmueble se da en los dos archipiélagos. Canarias registra 226.450 euros (12.424 propietarios) y Baleares se sitúa en 224.885 euros (22.300 titulares). Les sigue Madrid, con 198.387 euros para 1.629 residencias.
En España hay 393 sociedades titulares de los campos, que ingresan una media anual de 1,98 millones, con diferencias entre las instalaciones de titularidad municipal (805.000 euros) y las que son propiedad de los socios, donde llega a los 3,4 millones.
Un «green fee» de 18 hoyos en temporada alta tiene un precio medio de 90 euros, de los que los propietarios recogen 5,8 euros de beneficio.
Un 57,3 % de las sociedades que gestionan campos de golf no son rentables debido, según el informe, a los elevados gastos fijos y a la alta fiscalidad que soportan.
Yuniet Blanco Salas